Por Bernardo Guerrero
En la esforzada historia del club deportivo La Cruz, la noche del 13 de febrero del 2011, quedará grabada en el archivo de la memoria. Junto a otras noches y otros días de dolor y de frustración, los crucianos de ayer, hoy y mañana, sabrán de este mes húmedo, pero generoso.
Los que alguna vez fueron de el Colorado y hoy habitan en la Plaza Arica y se esparcen por toda la ciudad, desde comienzo del siglo XX, han sabido que su supervivencia depende sólo de ellos. Un club con fama de aguerridos, respetado por su identidad, y sobre todo por su extracción popular supo en este campeonato internacional de verano poner los colores amarillo y negro en el firmamento iquiqueño, derrotando a uno de sus más clásicos rivales.
Un quinteto que se logró ensamblar a la perfección con los refuerzos provenientes de Valdivia y de Santiago. Un conductor que se transformó en el mejor jugador del torneo, Rodrigo Muñoz, y un poste como Gerardo Isla, que mostró que tiene talento y garra de cruciano. Luis Dale, un venezolano que desde el año pasado se metió en el corazón de La Cruz, impuso sus condiciones bajo las tablas, acompañados de Daniel Polanco, Brayan Gutiérrez y David Soto, entre tantos otros. Todos ellos bajo la conducción de Pedro Soto y Daniel López. Edgardo Barría y Jaime Castro, los dirigentes que hicieron posible que en el día de San Valentín, el amor vistiera la casaquilla de La Cruz. La historia y el destino, coincidió para que este nuevo trofeo calzara con el cumpleaños de Manuel Silva.
A este campeonato llegaron los cuatros equipos tradicionales de Iquique. Norteamérica (1910) , Academia de Educación Física (1922), Jorge V (1922) y La Cruz (1923). Pero hay una diferencia notable. Este último carece de cancha y de sede social que nos fue arrebatada en la década de los 80. Y aún así, hemos logrado torcerle la mano a la adversidad. Vencer al Norteamérica, en su siglo de existencia le dio a la noche del 13 de febrero un sabor más que especial. Una rivalidad que se da en el rectángulo; fuera de ella, somos compañeros en la dura tarea de demostrar que este deporte también contribuyó a la fama de campeones con la que seguimos identificándonos.
Este triunfo sirve para que los generaciones venideras agrupadas en la escuela de basquetbol “Santiago White”, encuentren el modelo a seguir. El camino trazado desde el Colorado y luego en la Plaza Arica y que hoy radica en la cancha de la escuela Centenario, es una ruta que está iluminada por esta nueva copa.
El gran capital que tenemos son nuestros clubes tradicionales. En este campeonato se demostró que hay energías e identidad. Hay una nueva generación que sigue los pasos de los viejos de ayer, pero con aires del siglo XXI. Las redes sociales la noche del 13 y hasta el día de hoy, se llenaron de fotografías con la copa alzada por los cruciados. Como dice nuestro himno “¡Club Deportivo La Cruz, salud!”.